El otro dia Javier Jurado nos hablaba del dataísmo. Fue para mi una alegría descubrir que el problema que supone la aplicación de datos y estadísticas a la obtencion de resultados, viene siendo ya observado por la comunidad científica y académica de hace un tiempo.
Es imposible que yo pueda tratar mejor el tema de lo que hizo Javier, y recomiendo a todas la lectura de esa pieza de arte que nos dejó, incluso antes de seguir leyendo esta, ya que es una extensión de la suya.
Lo que me ha inspirado su artículo es a hablar sobre la posibilidad de comprender cómo todos nosotros hacemos algo muy similar en nuestras vidas a lo que hacen los expertos con sus datos, sin darnos cuenta de que nos lleva a cometer los mismos errores.
Al fin y al cabo nuestros cerebros son máquinas de recoger datos y organizarlos, relacionarlos.
Hay un 'efecto psicológico' secundario de esta función de nuestros cerebros, que podríamos denominar la creación del 'estadista' o 'estadístico', que ya verán que en lo tocante a nuestros procesos mentales ambos términos se parecen.
El estadista del que hablamos es el que creamos a base de generar conclusiones. Los datos que recopila nuestro cerebro, nuestro estadista interior termina por organizarlos en forma de conclusiones verbales.
Las conclusiones son eso que nuestro estadista pretende aplicar sobre nuestras acciones en el mundo para moldear este a su antojo, o por lo menos lo más parecido a su antojo.
Es decir, nos pasamos la vida sacando conclusiones para aplicarlas a esas vidas en forma de acciones que nos llevarán a experiencias, que nos llevarán a actualizar nuestras conclusiones, y así en un proceso sin fin.
Esto produce la falacia del control, la de que tenemos control sobre nuestras vidas.
Me temo que esto dista mucho de ser así.
Suelo acudir al ejemplo de la gravedad, y de cómo nuestro cuerpo es perfectamente capaz de manejarse con la gravedad sin necesidad de que nuestro estadista nos dé conclusiones en forma de frases al respecto de la gravedad.
Bueno pues lo que me gustaría transmitir hoy es que somos mucho más inteligentes de lo que pensamos, y que nuestros cerebros pueden computar muchos mas datos de lo que nosotros (los estadistas) podemos llegar a computar en forma de conclusiones verbales.
La computación verbal, lineal, palabra a palabra, es infinitamente más lenta que la que puede llevar a cabo nuestro sistema nervioso en forma de impulsos eléctricos. De los cuales puede llegar a haber muchos de forma simultanea. No como nuestras palabras, que siempre tienen que ir una detrás de otra y por tanto llegan siempre tarde.
Pensemos que nuestras palabras esconden detrás de ellas todo un mundo de intercambios eletroquímicos, que les da la vida a ellas, pero que es muchos órdenes de magnitud superior a ellas.
Muchísimo de lo que escribo va en la dirección de descubrir cómo es posible dejar que nuestros cerebros guien nuestras acciones sin necesidad de que intermedien las palabras.
El principal escollo para esto es el miedo, el de la falta de control. Poniendo nombre a las cosas sentimos control sobre ellas.
Las definiciones, conclusiones, decisiones, las palabras, nos dan la sensación de comprender el mundo, y eso da la sensación de controlarlo, lo que disminuye nuestra ansiedad. Es precisamente por ello que nuestro cerebro crea al 'estadista', para disminuir su ansiedad, su sensación de falta de control, de enfrentarse a lo desconocido.
Eso no quiere decir que las palabras no sean útiles. Tienen su lugar por supuesto, pero en algún momento, como los científicos, empezamos a utilizarlas de una manera que les es ajena.
Existe otra manera de gobernarse en la vida, pero para ello necesitamos liberarnos de nuestras conclusiónes sobre el mundo, las personas, y nosotras mismos. Y lo dejo acá.
La que quiera experimentar con ello puede ir leyendo mis artículos, que consisten en palabras, y por tanto están limitados. Es precisamente por eso por lo que me expreso de una manera visceral en ellos, bruta, de cavernícola si se quiere.
Es un intento de romper conceptos, de mover procesos electroquímicos más allá de las conclusiones verbales. Soy consciente de que puede ser un proceso incómodo.
Nuestras estructuras de la personalidad están creadas de emociones, y envueltas de capas y capas y capas de palabras y conclusiones para protegerlas. El proceso de llegar al núcleo de nuestros miedos, de la personalidad, del 'estadista', puede ser doloroso, por ofrecer esta múltiples resistencias. Sin embargo creo que es la más apasionante aventura también.
Especialmente para personas a partir de los cuarenta o así, cuando la necesidad de crear una personalidad comienza a ceder. Utilizamos mucho la personalidad para 'vendernos' a los demás. No se me enojen porque se lo diga. Alguna ventaja tendría que tener el dejar de estar buenos.
Pues ya está, hoy fui una niño buena y no fui incisivo con ustedes, ya verán que en la mayoría de mis artículos no es así. Pero me sentí obligada a portarme bien dado el generoso esfuerzo y amabilidad desplegado por Javier en el suyo.
Le agradezco pues la oportunidad de decir de esta manera mucho más cabal lo que vengo diciendo de formas más groseras desde hace algún tiempo, y lo que te rondaré morena. (que estás muy buena)
Escribí un libro hablando de estas cosas este último invierno, igual le querés echar un vistazo.
