¿Por qué no le decimos a la gente lo que pensamos de ellas?
Igual no lo parece pero lo estoy preguntando en serio. Hoy estoy preguntón, ¿Qué pasa?
¿Es por miedo a cómo reaccionarán, o por miedo a revelar la cantidad de mierda que se nos llega a pasar por la cabeza?
Creo que es porque no nos conozcan, porque no sepan la cantidad de barbaridades que almacenamos en nuestros giros occipitales.
La verdad que nunca me lo planteé así. Igual es por no haberme hecho nunca la pregunta así, en serio.
Esto nos lleva claro a otra pregunta debido a nuestra preguntona naturaleza, ¿Qué pasaría si la gente dijese realmente lo que piensa?
Obvio que a todas se nos pondrían las pieles como escarpias del susto.
Pero, pasado el susto. Si tenemos la cabeza llena de mierda, y los demás también, algo de lo que no me cabe pero que ningunísima duda, entonces ¿No se compensaría una mierda con la otra?
Es decir, ¿A quién le importa? Seria lo normal. Y por tanto, dejaría de asustarnos.
Acá es donde llega mi última pregunta, por ahora.
Si tuviésemos plena libertad de decir lo que realmente pensamos de la gente, y decírnoslo fuera lo normal, ¿Dejariamos de pensarnos mierdas de la gente?
Ahí le pillé ¿eeh?
Yo sé que esa es la razón por la que usted regresa cada día, porque en el fondo le doy que pensar, y no porque yo escriba como los ángeles, o esté muy bueno, o la tenga muy gorda.
Aunque además un poquito se rie de vez en cuando, que lo sé aunque me lo niegue y me niegue sus likes. Y un poquito le gusta también que le pegue, pero eso no se puede decir que sonroja. Las cosas del lecho han de quedar en el lecho, en especial lo de los azotitos, que no tiene por qué enterarse naide de que en el fondo nos pone.
Me estoy temiendo muy mucho, pero muchito, que la única razón por la que nos pensamos mierdas de la gente es porque está mal. Y como está mal no podemos decirlas, y como no podemos decirlas, se nos quedan todas dentro. Follando ahí tol día las unas con las otras y reproduciéndose hasta la extenuación.
O bueno haciendo el amor, que follar está mal dicho.
Igual es porque a nuestras mentes puritanas y moralistas no les gusta eso de que haya nadie follando en nuestra cabeza que inventamos el pensamiento positivo.
Sería como correr cortinas en nuestras mentes para no ver ahí a nuestras mierdas ponerse tó perracas dale que te pego haciéndose el amól.
Lo que pasa es que claro, las cortinas no son buenas como condones, y no impiden que se reproduzcan, y se nos empiezan a desbordar las mierdas follandrinas por las orejas, y nosotros ahí corriendo cortinas positivas una detrás de la otra como locas, a un ritmo cada vez más frenético.
Luego claro, nos encontramos con alguien y nos ponemos todo positivas, pero por dentro las barbaridades se nos saltan de las casillas para avalanzarse sobre nuestras víctimas, y tenemos que luchar porque no se nos entrevean por entre nuestras positivas sonrisas, que nos las falsean y luego no quedan bien en el IG.
Pero mejor eso, que decirle a alguien en la cara... ¡Cacho puta! Así, sin venir a cuento, sólo por habérsenos agotado los arsenales de cortinas en ese preciso momento. No, los estantes llenos de cortinas de repuesto por si se presenta un visitante inesperado.
El housekeeping
Pues yo ya no tengo más que decir, que les dejo un par de enlaces, uno en donde hablaba del pensamiento positivo o algo así hace unos días, pero que ya no me acuerdo qué decía, aprensúrense que en cualquier momento le cae un muro de pago en tó lo alto. Y otro donde proponía un juego para liberarnos de nuestras mierdas follandrinas.
El del juego lo dejaré en streaming, que a la gente le gusta eso de los juegos, que disfruten las chiquillas.
Bue decir también que debido a mi ataque de creatividad, o majadería, que todavía no aprendí a distinguirlas, tendré que publicar más a menudo de lo que esperaba. Vaya a ser que se me empiecen a podrir artículos en la despensa y lo pongan todo perdío.
¡Ale!

Me hiciste recordar mi viaje de todos estos años. Antes, pensaba mucha mierda de los demás, me la pasaba juzgando y no decía nada de eso. Es más, casi no hablaba y siempre me incomodaba la idea de tener tanta cosa adentro y no poder sacarla.
Luego tuve esta experiencia fuera del cuerpo donde conecte con Dios y cuando regresé ya nada era lo mismo. Había comprendido que juzgar estaba de más y que mi aprendizaje era aceptar. También que tenía que decir la verdad constantemente y también que tenía que aprender a elegir con sabiduría lo que pensaba y decía.
Así que, como resultado de todos estos años de entrenamiento, hoy en día si pienso alguna mierda de otro, rápidamente me doy una cachetada por dentro y reacciono para ver al otro como realmente es. Como es por dentro, más allá de todo lo que yo pueda criticar. Eso me lleva rápidamente a la neutralidad.
Desde esa neutralidad digo todo lo que pienso del otro. Y bueno, si alguien me pregunta por la mierda que pensé antes, diré la verdad, porque ya entendí que mentir me daña.
Lo curioso es que decir la verdad no es tan malo como creemos. Las cosas se descomprimen cuando eres honesta.